Por primera vez desde el inicio de la pandemia, Rusia contabilizó 1.000 fallecidos por el virus en 24 horas, en un momento en que la vacunación se encuentra estancada.
Según el balance oficial del Gobierno, se registraron 1.002 decesos y 33.208 nuevos casos, ambas cifras récord por tercer día consecutivo.
La nueva ola de contagios llegó con solo el 32% de los rusos completamente vacunados hasta el sábado, según el sitio internet Gogov, que reseña los datos de Covid-19 de las regiones. Ello se produce además en un contexto de desconfianza de la población ante las vacunas.
La ausencia de restricciones estrictas permitió que el virus se propagara sin control, aunque varias regiones restablecieron la obligación de pases sanitarios con códigos QR para acceder a lugares públicos.
El Kremlin, preocupado por preservar la economía, descartó aplicar restricciones importantes, a pesar de calificar la tasa de vacunación ‘anti-covid’ del país como «inaceptablemente» baja.
Las autoridades culparon a los rusos por el recrudecimiento de la epidemia.
El ministro de Salud, Mijaíl Murashko, criticó esta semana su «comportamiento», mientras que el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que se había hecho todo lo posible para dar a los rusos la oportunidad de «salvar sus vidas vacunándose».
Sin respetar la distancia social
También se considera que la propagación del virus se ha visto facilitada por el escaso respeto a las normas de distanciamiento social.
«La gente en nuestro país tiene más bien las costumbre de contar con sus propios medios que hacerse ayudar por los demás. Yo formo parte de ese tipo de personas», explicó este sábado a AFP en las calles de Moscú Alexei Kuznetsov, un empresario de 48 años.
«No es un gran secreto: hay muchas vacunas falsas, gente que compra certificados. No tiene confianza en las vacunas, por eso no hay protección», dice Ilia Demidov, médico de 26 años, quien cree que la situación está «cerca de la catástrofe».
Más de la mitad de los rusos no contempla hacerse vacunar, según sondeos independientes.
Rusia desarrolló una vacuna propia contra el Covid-19, la Sputnik V, y el Estado impulsó una campaña de vacunación que tuvo un eco limitado ante una población escéptica.
Hasta este sábado, la nación registró 222.315 muertos por el virus, el número más alto en Europa, pero las autoridades están acusadas de minimizar las cifras.
A partir de una definición más amplia de la mortalidad relacionada con el virus, la agencia de estadísticas Rosstat afirmó el viernes que hasta fines de agosto más de 400.000 personas en Rusia habrían muerto a causa de la pandemia.
Con France 24