Desde temprano, los pasillos del Real Plaza se llenaron de murmullos y trajes recién planchados. Los recién elegidos —algunos aún con la incredulidad del triunfo reflejada en el rostro— esperaban su turno con credencial en mano y mirada fija en el escenario donde la historia, al menos por un instante, se mezclaba con la rutina burocrática del poder.
El presidente del TSE, Óscar Hassenteufel, tomó la palabra con un tono sereno pero firme. Recordó que “la entrega de credenciales simboliza el cumplimiento de la voluntad popular expresada en las urnas” y exhortó a los nuevos legisladores a honrar el mandato ciudadano con ética y compromiso.
Les pidió, además, fortalecer la unidad nacional y la cultura democrática, y asumir las tareas institucionales pendientes como la renovación del propio órgano electoral y la elección judicial complementaria, temas que serán parte del debate legislativo desde el primer día.
Mientras el protocolo seguía su curso, el bullicio crecía entre familiares que intentaban registrar cada momento con sus celulares. Algunos asambleístas, visiblemente emocionados, recibieron sus credenciales con un abrazo o una sonrisa contenida; otros, más experimentados, levantaron el documento como quien sostiene una promesa.
El TSE, impecablemente organizado, desarrolló el acto en el que las palabras de Hassenteufel se repitieron como un eco que buscaba dejar huella en una generación de legisladores que deberá acompañar al nuevo gobierno de Rodrigo Paz y Edmand Lara, en medio de una crisis de confianza y de un país que reclama acuerdos y madurez.
El cierre llegó con la inevitable sesión de fotos: credenciales al pecho, banderas detrás y rostros que intentaban reflejar certeza ante lo que viene. Algunos sonreían de manera franca; otros, apenas, sabiendo que lo más difícil comienza cuando se apagan las cámaras y la política vuelve a su cauce cotidiano.
Entre luces, saludos y abrazos, quedó claro que más allá del protocolo, la jornada fue un recordatorio de que la democracia, con sus formas y rituales, sigue viva en Bolivia.
Redacción central La Paz
