Mar. Nov 18th, 2025

BoA: la auditoría que expone un modelo empresarial estatal agotado

La auditoría integral instruida a BoA marca el inicio del sinceramiento que por años se evitó. Las señales apuntan a un problema más profundo que una simple revisión administrativa: estados financieros poco confiables, deudas tributarias ocultas y controles internos que nunca hicieron su trabajo. Lo que ocurre en la aerolínea estatal no es un hecho aislado, sino el reflejo de un modelo empresarial público que hace tiempo dejó de transparentar su verdadera salud.

La instrucción de una auditoría integral a Boliviana de Aviación (BoA) no solo confirma que la empresa estatal atraviesa un periodo “complejo”, como lo reconoció el Ministerio de Obras Públicas. Revela, más bien, un patrón estructural que se repite en varias empresas del Estado: estados financieros poco confiables, controles internos ineficientes y pasivos ocultos que distorsionan la verdadera salud económica de las entidades públicas.

Desde una perspectiva financiera, lo que se observa en BoA tiene rasgos comunes con casos recientes como Emapa: informes contables que no reflejaron adecuadamente el deterioro operacional, unidades de auditoría interna que no identificaron hallazgos relevantes y estructuras de transparencia institucional que no consiguieron hacer su trabajo preventivo. La auditoría integral no es, por tanto, un proceso rutinario, sino un correctivo postergado durante años.

Cuando una empresa incrementa ingresos —BoA reportó un crecimiento del 22% en el primer semestre de 2025— pero simultáneamente arrastra deudas tributarias millonarias, el problema no está en la caja, sino en el registro. Un pasivo fiscal relevante es, por definición, un pasivo exigible; si no aparece como tal en los estados financieros, se está ante una omisión que altera la fotografía real del balance, señala un experto en auditoría.

Este fenómeno sugiere una gestión contable que optó por diferir obligaciones, “reclasificar” gastos o utilizar provisiones insuficientes, técnicas conocidas en ambientes corporativos como maquillaje financiero cuando no están debidamente sustentadas. La auditoría deberá determinar hasta qué punto estas decisiones fueron técnicas o discrecionales.

La ausencia de hallazgos relevantes por parte de las unidades de auditoría interna de BoA debería levantar tantas alertas como la auditoría misma, se indica. En mercados regulados, la auditoría interna es la primera línea capaz de detectar desviaciones de gestión, incumplimientos normativos, irregularidades en compras o distorsiones en el tratamiento de pasivos. Si no reportó problemas, solo existen tres explicaciones posibles: Carecía de independencia real; no tenía capacidad técnica suficiente, y los problemas fueron deliberadamente ignorados o declarados como “riesgos tolerables”.

Si BoA logra romper con la lógica de maquillajes, rezagos contables y control interno decorativo, podría no solo mejorar su posición financiera, sino también convertirse en el primer caso de reingeniería institucional seria en una empresa estatal, señala el auditor experto a Callebolivia.

La instrucción de auditoría no es un acto administrativo más; representa el inicio del sinceramiento financiero y operativo de una empresa que durante años proyectó una salud que no necesariamente tenía. Lo que está en juego no es solo BoA: es el modelo entero de gestión empresarial estatal, donde los números muchas veces se acomodaron para sostener narrativas antes que decisiones estratégicas.

Redacción central Cochabamba

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