La pandemia por el SARS-CoV-2, aumentó la crisis económica de los medios impresos de Bolivia, misma que ya había comenzado con los conflictos políticos de la gestión 2019, antes de que asumiera la presidencia el actual gobierno transitorio.
Empero el fenómeno de la pandemia no solamente afectó a los medios impresos de Bolivia, sino a los considerados de importancia a nivel internacional, como: El País, El Mundo, ABC, La Vanguardia, entre otros con un retroceso en la distribución de 408.246 ejemplares en comparación con el año 2019, como indica El Español en un análisis sobre la crisis.
De la misma manera los periódicos bolivianos de mayor alcance como La Razón, El Deber, Los Tiempos, Pagina Siete y demás medios del eje troncal, tuvieron un bajón considerable en la emisión de ejemplares para la venta en puntos establecidos o a través de los llamados “canillitas”, después de la declaratoria de la cuarentena.
De modo que la pandemia, ha afectado de forma importante a los medios de comunicación, sobre todo a los impresos, que enfrentan el desplome publicitario y la casi reducida demanda en físico por el confinamiento y el consecuente cierre de los puntos de venta y la distribución mediante los “canillitas”.
En Bolivia, la prensa se ocupó por reflejar la situación crítica de los sectores laborales para que el gobierno inyecte una cierta cantidad de recursos económicos para reactivar la situación laboral del país, pero lamentablemente, se olvidó considerar la situación de los medios impresos y digitales a diferencia de lo que sucede en otras jurisdicciones como la Unión Europea
La organización a la que se hace referencia, para paliar los efectos de la crisis generada por la pandemia decidió crear un fondo de tres millones de euros que permita que se mantenga la cobertura informativa. El fondo lo ha puesto en marcha el Centro Europeo de Periodismo y el Proyecto de Periodismo de Facebook.
Las ayudas serán de tres índoles:
- Fondo de compromiso. Está dirigido a medios locales, trabajadores autónomos o grupos freelance. Será por 5.000 euros y tiene el objetivo de impulsar iniciativas durante la COVID-19.
- Fondo de emergencia. Será entre 10.000 y 25.000 euros. El objetivo es proporcionar apoyo para reemplazar los ingresos por ventas perdidas, financiar la distribución alternativa de la edición impresa, cubrir los costes organizacionales clave y contratar personal para reemplazar a los empleados ausentes.
- Fondo de innovación. Es de 50.000 euros y está orientado a facilitar la cobertura tecnológica, apoyar al periodismo que necesite datos en profundidad, desarrollar aplicaciones, entre otros renglones.
En este último fondo de innovación, es necesario resaltar la generación de actividades comunicacionales digitales que con creatividad y el uso adecuado de la tecnología se hacen coberturas de los hechos con diseños y ediciones interesantes, que satisfacen los entornos virtuales de manera amigables, a los cuales sería bueno que el gobierno favorezca con algún incentivo para fortalecer esos emprendimientos.
De lo contrario, en un futuro inmediato, se verá colapsar a los medios impresos ý a las nuevas iniciativas creadas en el campo del periodismo por falta de apoyo, dejando en la calle a más periodistas y una huella de decepción a jóvenes que pretendían ejercer en el futuro la noble profesión de servicio.
Sin embargo, no todo parece haber sido malo con la aparición de la pandemia, ya que la misma ha permitido conocer la importancia de producir y consumir periodismo de calidad, en los que se deberá trabajar inmediatamente, para satisfacer adecuadamente la demanda.
La pandemia hizo que los usuarios de la información, hayan reavivado su interés en los medios digitales, donde salas de redacción o información y los periodistas independientes que alquilan espacios se las ingenien para reinventarse y contar historias en medio de las limitaciones que ha impuesto la crisis.
Otro aspecto positivo que facilita la pandemia, es la generación de nuevos modelos de negocios para los medios y las formas en las que el periodismo puede mantener y aumentar su relevancia entre las comunidades, haciendo lecturas adecuadas de la nueva realidad sin dejar de lado lo hecho hasta ahora como antecedente de un proceso histórico y valorado por el pueblo boliviano.
En ese entendido, los medios e incluso los centros de formación académica, deberían aprovechar esta coyuntura para recoger necesidades, sistematizarlas y satisfacer las mismas innovando servicios, rediseñando acciones comunicacionales de cobertura y de generación de recursos alternos a la publicidad.