La administración tributaria desempeña un papel fundamental en la recaudación de impuestos más ahora en que las cosas de la economía no están bien para ningún país, la cual es esencial para financiar los gastos públicos y promover el desarrollo económico y social. Para lograr una recaudación efectiva y que no complique al contribuyente y la administración tributaria, se requiere de un enfoque integral complementario que combine tanto la promoción de una cultura tributaria sólida como el uso de acciones coercitivas cuando sea necesario conforme lo estable la norma impositiva, señala el periodista y analista Manuel Rodríguez.
La cultura tributaria se refiere al conjunto de valores, actitudes y comportamientos de los contribuyentes en relación con el cumplimiento de sus obligaciones fiscales. A este efecto, podemos decir que unaa cultura tributaria sólida se construye a través de un proceso de educación, concienciación y la promoción de la responsabilidad fiscal que es fundamental, añade.
Cuando los contribuyentes comprenden la importancia de cumplir con sus obligaciones tributarias en los plazos establecidos y perciben que los impuestos se utilizan de manera transparente y equitativa, es más probable que los contribuyentes cumplan voluntariamente con sus deberes fiscales. Si este propósito se cumpliera podría reducirse la evasión fiscal y facilitaría la recaudación de impuestos de forma eficiente y menos conflictiva, recalca.
Ahora bien, señala Rodríguez, a pesar de los esfuerzos por promover una cultura tributaria sólida, siempre habrá casos en los que los contribuyentes no cumplan oportuna y voluntariamente con sus obligaciones fiscales. En estos casos, las acciones coercitivas de la administración tributaria entran en práctica con el uso de sanciones, embargos, retenciones bancarias, fiscalizaciones y procesos legales para garantizar el cumplimiento de las obligaciones tributarias.
Las acciones coercitivas tienen como objetivo disuadir la evasión fiscal y asegurar que todos los contribuyentes cumplan con sus responsabilidades, aunque también la administración tributaria corre el riesgo de que los procesos sean burocráticos y los montos determinados a cobrar queden en estadísticas y esperen la determinación judicial para su cobro. Sin embargo, su efectividad puede depender de la capacidad de la administración tributaria mediante procesos cortos y efectivos para hacer cumplir estas medidas y de la disposición de los contribuyentes a acatarlas.
La cultura tributaria y las acciones coercitivas son herramientas aparentemente diferentes, empero en realidad son complementarias en la administración tributaria. Una cultura tributaria sólida puede fomentar el cumplimiento voluntario y sostenido a largo plazo, reduciendo la necesidad de acciones coercitivas. Por otro lado, las acciones coercitivas pueden ser utilizadas como último recurso para aquellos casos en los que el cumplimiento voluntario no es suficiente. Sin embargo, es importante que exista un equilibrio entre ambas estrategias, señala Rodríguez.
Una excesiva dependencia de las acciones coercitivas puede generar en los contribuyentes desconfianza y hasta resistencia para cumplir con sus obligaciones, mientras que una cultura tributaria débil puede dificultar la recaudación de impuestos, precisa.
Finamente Rodríguez indica que la administración tributaria requiere de un enfoque integral que combine la promoción de una cultura tributaria sólida con el uso adecuado de acciones coercitivas enmarcados en la norma respetando derechos y obligaciones.