La proclamación de Andrónico Rodríguez como candidato presidencial en Tarija por sectores universitarios deja al descubierto las grietas internas en el Movimiento al Socialismo (MAS). Esta decisión, impulsada por el respaldo de sectores jóvenes, contradice directamente la posición de Evo Morales, quien ha reiterado que es el único candidato legítimo. Mientras Rodríguez pide calma y asegura respetar las decisiones orgánicas del partido, las proclamaciones en su favor parecen reflejar un agotamiento del liderazgo histórico de Morales y un llamado al relevo generacional dentro del MAS.
Evo Morales, en un intento por mantener el control sobre el partido que fundó, criticó duramente estas acciones, calificándolas como un desgaste innecesario para la unidad del MAS. No obstante, sus ataques parecen haber generado más divisiones que consensos. Andrónico Rodríguez, en contraste, se ha presentado como un actor conciliador, señalando que Morales debería sentirse «orgulloso y no celoso» de las nuevas generaciones que buscan seguir sus pasos. Esta estrategia de apelar al diálogo y al respeto interno posiciona a Rodríguez como una figura con proyección nacional, pero también como un desafío directo a la hegemonía de Morales.
El conflicto pone en evidencia un dilema central en el MAS: cómo adaptarse a un escenario político cambiante sin perder cohesión. Por un lado, Morales lucha por mantener su liderazgo frente a acusaciones judiciales y una pérdida de influencia entre los sectores más jóvenes. Por otro lado, Rodríguez y otros actores emergentes reflejan un nuevo rostro del MAS, que busca mantener su relevancia en un contexto de renovación política.
Redacción central