La reunión de cancilleres de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) del sábado 24 de julio tenía como principal objetivo la búsqueda de una estrategia regional para adquirir vacunas contra el coronavirus y celebrar los 238 años del natalicio de Simón Bolívar. Sin embargo, el encuentro, que tuvo lugar en Ciudad de México, hizo noticia por otras razones. La principal, un discurso del presidente anfitrión, Andrés Manuel López Obrador, haciendo un llamado a sustituir la Organización de Estados Americanos (OEA).
El mandatario incluso delineó algunas características que debería tener ese nuevo organismo, al que equiparó con la Unión Europea: debería ser un ente «verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto en asuntos de derechos humanos y de democracia”. La idea fue rápidamente rechazada por Colombia, pero bien acogida por figuras como Alberto Fernández, Luis Arce y José Mujica.
El presidente de Argentina sostuvo que la OEA «ha dejado de ser un organismo que funcione y sirva a América Latina”. A través de Twitter, Arce dijo «hacerse eco de las palabras del hermano López Obrador”, mientras que el expresidente uruguayo dijo, tras apoyar a AMLO, que «es un deber aprender a gobernarnos nosotros mismo; la tutoría de los intereses de las potencias del norte nos ha hecho mucho mal”.
Razones para los cuestionamientos
La aparente inacción ante la deriva represora en Nicaragua, el silencio ante la situación de Honduras y la cuestionada actuación tras la caída del presidente Evo Morales en Bolivia no han ayudado a mejorar la situación de la OEA de cara a distintos actores regionales. Incluso la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), que engloba a exmandatarios como José María Aznar, Jorge Quiroga y Mauricio Macri, emitió un comunicado criticando a la OEA por no actuar a tiempo en Nicaragua.
«La OEA sigue siendo un actor influyente, pero con una política centrada en la agenda de Estados Unidos hacia América Latina. Bajo la secretaría de Luis Almagro se ha alejado de una posición imparcial y se ha enfocado en la estrategia geopolítica de la potencia contra gobiernos específicos, especialmente los del ámbito bolivariano”, dice a DW Patricio Zamorano, analista internacional y director del Council of Hemispheric Affairs (COHA).
El presidente de México puso sobre la mesa la idea de reemplazar a la Organización de Estados Americanos y otros mandatarios lo apoyaron. ¿Dejó de cumplir su rol, como dicen algunos?
La reunión de cancilleres de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) del sábado 24 de julio tenía como principal objetivo la búsqueda de una estrategia regional para adquirir vacunas contra el coronavirus y celebrar los 238 años del natalicio de Simón Bolívar. Sin embargo, el encuentro, que tuvo lugar en Ciudad de México, hizo noticia por otras razones. La principal, un discurso del presidente anfitrión, Andrés Manuel López Obrador, haciendo un llamado a sustituir la Organización de Estados Americanos (OEA).
El mandatario incluso delineó algunas características que debería tener ese nuevo organismo, al que equiparó con la Unión Europea: debería ser un ente «verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto en asuntos de derechos humanos y de democracia”. La idea fue rápidamente rechazada por Colombia, pero bien acogida por figuras como Alberto Fernández, Luis Arce y José Mujica.
El presidente de Argentina sostuvo que la OEA «ha dejado de ser un organismo que funcione y sirva a América Latina”. A través de Twitter, Arce dijo «hacerse eco de las palabras del hermano López Obrador”, mientras que el expresidente uruguayo dijo, tras apoyar a AMLO, que «es un deber aprender a gobernarnos nosotros mismo; la tutoría de los intereses de las potencias del norte nos ha hecho mucho mal”.https://d-3011346125237350451.ampproject.net/2107170150000/frame.html
Razones para los cuestionamientos
La aparente inacción ante la deriva represora en Nicaragua, el silencio ante la situación de Honduras y la cuestionada actuación tras la caída del presidente Evo Morales en Bolivia no han ayudado a mejorar la situación de la OEA de cara a distintos actores regionales. Incluso la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), que engloba a exmandatarios como José María Aznar, Jorge Quiroga y Mauricio Macri, emitió un comunicado criticando a la OEA por no actuar a tiempo en Nicaragua.
«La OEA sigue siendo un actor influyente, pero con una política centrada en la agenda de Estados Unidos hacia América Latina. Bajo la secretaría de Luis Almagro se ha alejado de una posición imparcial y se ha enfocado en la estrategia geopolítica de la potencia contra gobiernos específicos, especialmente los del ámbito bolivariano”, dice a DW Patricio Zamorano, analista internacional y director del Council of Hemispheric Affairs (COHA).
«No es ningún secreto que la OEA ha sido catalogada muchas veces como un organismo ineficiente que refleja las fracturas que hay en la región. La organización postergó una reunión para tratar la situación de Cuba tras la oposición de varios países, y en el caso de Venezuela no logró el consenso necesario para adoptar una resolución determinante ante la crisis”, recuerda a DW Stephanie Henaro, profesora de Geopolítica y columnista del diario El Economista, en México. Para ella, es importante tener presente que la OEA «se levantó en la Guerra Fría, y es probable que agarre nuevamente vigor por el auge de China y los constantes esfuerzos de Rusia por reaparecer como un actor dominante dentro del sistema internacional”.
La retórica de la nueva UE
Otro problema es la pérdida de legitimidad. «Bajo la gerencia de Luis Almagro la OEA ha perdido mucho de lo que tuvo en otras administraciones, como la de José Miguel Insulza, cuando la OEA se convirtió en un foro de diálogo de todo el continente”, afirma Zamorano. Para él, además, hechos como que la organización no haya cuestionado las elecciones donde ganó Juan Orlando Hernández en Honduras ni critique a un mandatario con familiares y amigos vinculados al narcotráfico, es algo «extremadamente escandaloso”.
«Eso es grave porque la propia OEA tuvo que admitir que había habido fraude (en las elecciones de 2017), que no podía decir que Hernández había ganado la elección y sin embargo no ejerció ningún tipo de presión”, dice el director de COHA. Henaro, por su parte, considera que la invitación de AMLO para crear un ente similar a la UE «debe ser entendida como un instrumento retórico para posicionar a México como líder de los gobiernos de izquierda de la región, que cada vez son más, y dentro del contexto nacional (consulta popular para enjuiciar a expresidentes) y global (pandemia) en que fue pronunciada”.
Para la analista, «decir que la OEA debe ser sustituida por un organismo similar a la Unión Europea, que no sea lacayo de nadie, a sabiendas de que las cadenas productivas de los países de la región no son tan complementarias y que, por lo tanto, no se podría lograr la unión económica con lo que inició el proceso europeo, queda como una especie de acto taquillero”.
¿Y el futuro?
«Hay un ente regional que responde a necesidades nuevas, que es la Celac. Es una OEA sin EE.UU. ni Canadá y fue creada para impulsar un diálogo sur-sur en América, un poco al margen de la gran influencia, sobrevalorada, de esos dos países”, dice Zamorano. El experto estima que hay que repensar la OEA, sobre todo teniendo presente que ni Cuba ni Venezuela participan en ella. «En concreto es una organización fracturada, porque no están todos los países. No me cabe duda que hay que reforzar la Celac, especialmente con el tema de la legislación internacional respecto a las sanciones ilegales que impone Estados Unidos”.
Henaro, en tanto, recuerda que el surgimiento de cualquier nueva organización supranacional comporta desafíos enormes. «Supranacional implica que se sobrepasan los límites de lo nacional y se dificulta el efecto vinculatorio cuando se incide en la soberanía. Las mayores presiones vienen del exterior y esto enciende de alguna manera los nacionalismos. Por otra parte, creo que también hay que entender que hay una desconexión entre los países que viven realidades totalmente diferentes”. Como la impronta de EE.UU. es tan fuerte en la región, la única manera actual de imponer sanciones con algún efecto coercitivo es apelando a la potencia norteamericana, dice. Por ello, si el resto del continente quiere tener alguna posibilidad de crear organismos de alcance regional «que dejen huella, lo primero que tendría que hacerse sería reforzar los lazos económicos”.
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