El nuevo Cuaderno de Investigación en su edición número 95 publicado el 23 de agosto por el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), escrito por el investigador Stanislaw Czaplicki Cabezas economista ambiental, especializado en temas de agricultura y medio ambiente, asociado a CIPCA y Climate Focus, Alemania, fue presentado el 19 de agosto en el marco del encuentro de socialización de investigaciones para el desarrollo rural en Bolivia y pone en evidencia el rol primordial de la agricultura familiar indígena y campesina en Bolivia.
El estudio, enfatiza en la necesidad de priorizar las políticas públicas de apoyo para éstas, dadas sus contribuciones fundamentales en términos alimentarios, económicos e incluso ecológicos. Este nuevo hallazgo contradice la noción extendida o popularizada de que el sector agrícola no familiar, que representa el 4% de las Unidades Productivas Agropecuarias del país y abarca el 38% de la superficie agrícola del país, contribuye más al país que la agricultura familiar.
A través de las estimaciones realizadas, el estudio permite verificar la veracidad de ciertas afirmaciones sobre la contribución que realizan ciertos sectores agropecuarios, notamente: “Desde hace años, el sector agropecuario empresarial boliviano reivindica, con cifras altamente cuestionables, ser el mayor contribuidor a la alimentación y al empleo rural entre otros. Sin embargo, el estudio demuestra todo lo contrario y arroja datos contundentes, como el hecho que la agricultura familiar contribuye con el 87,6% del volumen de los alimentos producidos y con el 100% de la diversidad de cultivos, contra el 29% en el caso de la agricultura no familiar.’’, comentó Czaplicki Cabezas.
Por un lado, en términos de empleo los resultados obtenidos igualmente ponen en evidencia el gran aporte que realiza la agricultura familiar. Dada la alta mecanización que existe en la agricultura no familiar, ésta genera menos del 9% de las contrataciones laborales agrícolas y, por lo tanto, la agricultura familiar abarca el 91% restante. De la misma forma, la producción de cultivos agroindustriales como la soya, caña de azúcar o sorgo es poca intensiva en mano de obra. Así mismo, en el caso de la soya, el principal cultivo del país, el estudio reporta que en promedio la producción de una hectárea de soya genera 28% menos contrataciones laborales agrícolas que para el resto de los cultivos del país. A través de estos resultados empíricos el autor confirma la alta contribución que realiza la agricultura familiar del país en términos de generación de empleo rural y eso sin contar desde luego con la contribución que realiza en términos de mano de obra familiar y que no es remunerada pese a su rol determinante para la producción de alimentos.
Por otro lado, dado que las cadenas de valor de los cultivos agroindustrial se distinguen por la participación de grandes empresas transnacionales y nacionales particularmente para el procesamiento y comercialización, el estudio incluyo estimaciones sobre ciertas sus contribuciones cuando fue posible. Entre otros resultados, el estudio también analiza las contribuciones tributarias de las mayores empresas procesadoras y comercializadoras de soya del país durante el boom soyero del 2012 al 2014. Los datos obtenidos demuestran que las contribuciones del empresariado soyero fueron mínimas, promediando impuestos anuales menores al 1% del valor anual de sus ingresos. En otras palabras, mismo a nivel de los eslabones superiores, las cadenas de valor asociadas a la agricultura no familiar, contribuyen muy poco a la generación de recursos estatales.
Todas estas estimaciones fueron realizadas aplicando la tipología de agricultura familiar desarrollada por Tito y Wanderley (2021) con base en e la encuesta agropecuaria del 2015: . Esta tipología fue suplementada con información empírica, así como la revisión de fuentes oficiales que permiten llevar a cabo la comparación y el contraste entre las contribuciones de la agricultura familiar campesina e indígena y la agricultura no familiar o empresarial, que incluye al gran agronegocio.
Los hallazgos del estudio no solo dan cuenta de la importancia de la agricultura familiar campesina e indígena para la economía del país, sino que también demuestran la necesidad su promoción a través de políticas públicas, con miras a la reactivación económica. Los resultados obtenidos permiten establecer criterios de priorización, para la formulación y reformulación de planes gubernamentales que promuevan la generación de empleo, la seguridad alimentaria y la diversidad agroecológica.
Con CIPCA