En el marco del Día Internacional contra la Corrupción, Bolivia se enfrenta a una evaluación crítica de sus esfuerzos por erradicar este flagelo. Proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2003, esta fecha busca sensibilizar a la sociedad sobre los devastadores efectos de la corrupción y promover medidas para combatirla. En el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de Transparencia Internacional de 2022, Bolivia obtuvo una puntuación de 31 sobre 100, ubicándose en el puesto 126 entre 180 países. Esta calificación refleja un alto nivel de percepción de corrupción en el sector público, pese a ciertos avances.
Para revertir esta percepción, es esencial fortalecer las instituciones encargadas de luchar contra la corrupción. Organismos como la Contraloría General del Estado y las fiscalías anticorrupción deben ser dotados de recursos adecuados y garantizar su independencia del poder político. La creación y mejora de estos entes es vital para investigar y sancionar actos corruptos de manera efectiva, asegurando que ningún funcionario esté por encima de la ley. La independencia institucional es un pilar fundamental para restaurar la confianza ciudadana en el sistema público.
Asimismo, la transparencia y el acceso a la información son herramientas clave en esta lucha. Implementar políticas que obliguen a los funcionarios públicos a divulgar sus declaraciones patrimoniales y de intereses, así como fomentar el acceso libre y gratuito a la información pública, permite a la ciudadanía fiscalizar las acciones del gobierno. Esta vigilancia ciudadana, respaldada por una educación y concientización en valores éticos y anticorrupción, puede crear una cultura de intolerancia hacia la corrupción desde las bases de la sociedad.
Finalmente, mejorar el sistema judicial y proteger a los denunciantes de corrupción son acciones imperativas. Reformar el sistema judicial para garantizar que los casos de corrupción se procesen de manera eficiente y justa, capacitar a jueces y fiscales en temas de corrupción, y establecer leyes para proteger a los denunciantes son pasos esenciales. Además, la cooperación internacional y la implementación de tecnología pueden proporcionar apoyo técnico y mejorar la transparencia en la gestión pública. Aunque Bolivia ha implementado varias políticas y leyes para combatir la corrupción, la efectividad de estas medidas depende en gran medida de la voluntad política y la implementación efectiva, que siguen siendo desafíos críticos.