Mar. Mar 25th, 2025

Evo Morales enfrenta el Carnaval atrincherado en el Trópico mientras el arcismo exige su captura

En medio del ambiente festivo del Carnaval, Evo Morales permanece resguardado en el Trópico de Cochabamba, su bastión político, bajo la protección de organizaciones sindicales que han reforzado su seguridad ante la amenaza de una orden de aprehensión. Mientras el diputado arcista Rolando Cuéllar exige el despliegue del Ejército para su detención, el Gobierno de Luis Arce enfrenta un dilema: intervenir y arriesgar una escalada de violencia o mantenerse al margen y dar pie a críticas de inacción.

El expresidente Evo Morales pasará el Carnaval confinado en el Trópico de Cochabamba, su bastión político, rodeado de organizaciones sindicales y cocaleras que han reforzado su seguridad ante la amenaza de una orden de aprehensión en su contra. La tensión política se mezcla con la festividad, mientras el diputado arcista Rolando Cuéllar exige al Gobierno de Luis Arce movilizar al Ejército para ejecutar la captura del líder cocalero, criticando la aparente pasividad del Ministerio de Gobierno.

Cuéllar, representante del ala leal a Arce dentro del MAS, ha elevado el tono de sus declaraciones en los últimos días, cuestionando que Morales siga ofreciendo entrevistas y manteniendo presencia mediática sin que se concrete su detención. “No puede ser que el Ministerio de Gobierno lo permita mientras el Carnaval sirve de cortina de humo”, sostuvo, proponiendo un despliegue militar para garantizar el cumplimiento de la orden. Sin embargo, su solicitud ha generado más críticas que apoyos, incluso dentro de su propio bloque, debido al riesgo de que una operación en el Chapare desate un conflicto de gran escala en pleno Carnaval.

En el Trópico, las federaciones cocaleras han cerrado filas en torno a Morales, limitando su movilidad fuera de la región, pero asegurando su capacidad de comunicación y liderazgo. Un dirigente sindical, que prefirió el anonimato, aseguró: “Evo no va a salir del Trópico, pero va a seguir hablando. Aquí estamos para defenderlo”. Esta estrategia parece orientada a aprovechar el Carnaval como un escudo temporal, mientras Morales refuerza su discurso de persecución política y resistencia.

El Gobierno enfrenta un dilema: una intervención en el Trópico durante las fiestas podría provocar un choque violento que fortalecería la imagen de Morales como víctima, pero no actuar refuerza las críticas de inacción que Cuéllar y otros arcistas han esgrimido. En medio de esta incertidumbre, el expresidente parece dispuesto a desafiar la tormenta bajo el resguardo sindical, utilizando su voz como su principal arma en una batalla que, por ahora, se libra más en los medios que en las calles.

Redacción central y agencias

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