La pandemia ha privado a Río de Janeiro de sus fiestas más importantes. Primero, la mundialmente famosa fiesta de Año Nuevo en Copacabana, que normalmente atrae a unos tres millones de personas cada año, tuvo que ser cancelada. Y ahora le toca también al carnaval.
Solo en Río de Janeiro han muerto más de 18.000 personas a causa del COVID-19. En vista de que las cifras de contagio siguen siendo elevadas y de la lentitud con la que se ha iniciado la campaña de vacunación, las asociaciones responsables de las escuelas de samba y del carnaval han acordado renunciar también a un carnaval sucedáneo, previsto para el mes de julio.
«En el Carnaval, la gente se junta, se toca, se besa, comparte un vaso de cerveza u otra bebida. En esta celebración, no podemos emplear las normas contra el coronavirus», dice Rita Fernandes, presidenta de una asociación de grupos de carnaval callejero de la Zona Sur de Río.
«Por eso, los organizadores del carnaval callejero decidimos juntos no celebrar el carnaval de 2021. Por primera vez en la historia de este país. Pero no hay otra salida, no hay otra opción. Sería irresponsable celebrar la fiesta ahora».
Fuerte golpe para la economía
Están en juego unos 100.000 puestos de trabajo en el sector cultural, en la hostelería y en la gastronomía. Según los informes de los medios de comunicación, ya se han perdido 20.000 puestos de trabajo en la industria hotelera y casi 10.000 en la industria de la restauración en el transcurso de la pandemia.
Y el panorama es sombrío. Actualmente, solo el 35 por ciento de las plazas hoteleras de Río están reservadas para los días de carnaval. Con reducciones de precios del 30 por ciento, los hoteles esperan poder ocupar al menos la mitad de las habitaciones a corto plazo.
El año pasado, la ciudad registró un carnaval récord, con una ocupación hotelera del cien por ciento, un total de 2,1 millones de turistas y un volumen de negocio de unos 600 millones de euros. Normalmente, se calcula que 1,5 millones de turistas celebran el carnaval en la ciudad, de los cuales el doce por ciento proceden del extranjero.
Escuelas de samba en aprietos
El periodista Aydano André Motta, especializado en Carnaval, se muestra escéptico ante las impresionantes cifras del sector turístico. En Río de Janeiro, estas cifras siempre se redondean un poco hacia arriba, dice a DW.
Según él, la cancelación afecta mucho al sector turístico. «Pero los pobres que más sufren son los que trabajan en el Carnaval, tanto en los preparativos de los desfiles de las escuelas de samba como en el sector informal en torno a las agrupaciones carnavalescas callejeras. Ambas son importantes fuentes de ingresos, y las pérdidas son dramáticas».
El principal problema es el carácter informal de las relaciones laborales entre las escuelas de samba y sus cientos de empleados. El pago se realiza en efectivo, no se pagan las cotizaciones sociales ni los seguros sociales. Las escuelas de samba, que siempre andan escasas de dinero, no tienen medios para seguir contratando al personal ahora que sus actividades se han paralizado. Y estos están ahora sin seguridad social.