En la concurrida Plaza 14 de Septiembre de la ciudad de Cochabamba, donde la vida se hace agitada con transeúntes apresurados y guardias municipales que recorren de un lado a otro, reside Sergia, una mujer de 76 años cuya historia es un testimonio de lucha constante contra la adversidad y la pobreza.
Para Sergia, el hogar ha sido durante 40 años las inmediaciones de la puerta del Comando de la Policía Boliviana. Su modesto refugio está compuesto por cartones y algunas colchas. A pesar de las inclemencias del tiempo y las dificultades, ha sobrevivido en este rincón de la ciudad, donde cada día enfrenta una lucha por la supervivencia.
Sin acceso a una pensión ni a servicios sociales, la subsistencia de Sergia depende de la recolección de botellas y la venta de papel higiénico. Su vida es un testimonio doloroso de la desigualdad económica y la falta de oportunidades para los más vulnerables en Bolivia.
A pesar de los esfuerzos gubernamentales para reducir la pobreza, hay quienes quedan atrás, como Sergia, cuya vida se ha deslizado entre las grietas del sistema. Su historia personifica la resiliencia y la lucha de aquellos que enfrentan la pobreza extrema en el país.
La historia de Sergia nos insta a reflexionar sobre cómo podemos mejorar las condiciones de vida para todos, especialmente para los más desfavorecidos. Es un llamado a la acción para abordar las profundas desigualdades y garantizar que nadie quede atrás en la búsqueda de un futuro más justo y equitativo. Bolivia.