El litio boliviano es una promesa que, hasta ahora, no ha logrado convertirse en una realidad productiva. Mientras Argentina y Chile avanzan con inversiones privadas y asociaciones público-privadas, Bolivia mantiene una política de control estatal que ha ralentizado el desarrollo del sector.
Marcelo Claure, empresario boliviano radicado en EE.UU., participó en la BMO Mining Conference en Miami y fue claro en su diagnóstico: Bolivia necesita inversión urgente y asociaciones con empresas con experiencia en la extracción y comercialización del litio. Para ello, sugiere atraer capitales de EE.UU., Australia, Chile y Argentina, en lugar de depender de empresas chinas o rusas sin historial comprobado en el sector.
Según Claure, el mercado global del litio proyecta alcanzar las 7,4 millones de toneladas en una década, con un valor de $13.200 millones. Si Bolivia actúa ahora, podría capturar hasta el 10% del mercado, pero para eso debe ofrecer estabilidad y un modelo de negocio atractivo para inversionistas.
Sin embargo, la postura del gobierno de Luis Arce sigue priorizando el control estatal, lo que genera dudas sobre la viabilidad de atraer grandes inversiones. A esto se suman desafíos como la falta de infraestructura, talento humano calificado y el dominio chino en la cadena de suministros.
Claure propone un modelo de venta del carbonato de litio con un 80% en efectivo y un 20% en participación accionaria, lo que permitiría generar ingresos inmediatos y, a la vez, ganar poder en el mercado global. “El tiempo de soñar ha terminado; el momento de actuar es ahora”, señaló el empresario.
La gran interrogante es si Bolivia optará por un modelo más flexible que garantice inversión y tecnología, o si seguirá aferrada a un esquema que, hasta ahora, no ha dado los resultados esperados.
Redacción central y agencias