El bloque arcista, encabezado por el presidente Luis Arce, ha intensificado sus maniobras políticas en plena temporada de Carnaval. Sectores campesinos afines al gobierno confirmaron que han sostenido contactos con Andrónico Rodríguez, el joven dirigente cocalero que hasta ahora se ha mostrado leal a Evo Morales. La propuesta, que lo coloca como posible candidato a vicepresidente en el binomio arcista, no solo busca refrescar la imagen del oficialismo, sino que podría ser un golpe calculado para romper la estructura de poder que Morales ha construido durante dos décadas.
Rodríguez, de 35 años, es un líder clave en el Trópico de Cochabamba, la cuna política de Evo Morales. Su ascenso como presidente del Senado fue respaldado por el evismo, y su discurso ha mantenido un tono de respeto hacia el líder histórico del MAS. Sin embargo, su posible incorporación al proyecto arcista lo colocaría en una encrucijada: aceptar podría ser visto como una traición a Morales, mientras que rechazarlo dejaría en evidencia las dificultades del arcismo para construir una alternativa sólida dentro del partido.
El movimiento no solo afecta a Morales, sino también al actual vicepresidente David Choquehuanca, quien quedaría fuera de la fórmula. Choquehuanca, visto en su momento como una figura de equilibrio entre las facciones del MAS, ha perdido protagonismo en los últimos años, y su salida del binomio reflejaría el avance del bloque arcista en la recomposición del poder.
Por su parte, Morales, posible inhabilitado por el TCP en 2023, no ha dado señales de retroceder en su intención de postular. Ha intensificado su retórica contra el gobierno, calificándolo de «traidor» y acusándolo de pactar con la derecha. Sin embargo, su liderazgo dentro del MAS enfrenta grietas evidentes, especialmente entre los interculturales, un sector que oscila entre la lealtad histórica y la búsqueda de mayor autonomía política.
El 11 de abril se perfila como un punto de inflexión. Si Rodríguez acepta la candidatura, el evismo perderá un símbolo clave en su estructura de poder. Si la rechaza, el arcismo deberá buscar una nueva estrategia para consolidar su liderazgo sin depender de figuras con arraigo en las bases. Mientras tanto, los interculturales y otros sectores del MAS observan con cautela, conscientes de que su respaldo puede inclinar la balanza en un año electoral que redefine el futuro del oficialismo y de Bolivia.
Redacción central y agencias