La Paz, 5 de junio de 2025. Bolivia atraviesa uno de sus momentos más tensos en años. Los bloqueos de carreteras liderados por sectores afines a Evo Morales, en protesta por su inhabilitación electoral, paralizan rutas clave y profundizan la escasez de combustible, alimentos y divisas. El gobierno del presidente Luis Arce respondió con una denuncia penal por terrorismo contra el exmandatario, acusándolo de generar convulsión social.
El ministro de Justicia, César Siles, confirmó que la acción legal se canaliza mediante el Servicio Plurinacional de Asistencia a la Víctima (Sepdavi) y se extenderá a otros responsables de las movilizaciones. El ministro de Economía, Marcelo Montenegro, calificó los bloqueos como un “sabotaje a la democracia”, y responsabilizó a Morales de frenar leyes clave por más de 1.800 millones de dólares en la Asamblea Legislativa.

Morales, por su parte, denuncia una persecución política y mantiene su narrativa de víctima, mientras intenta presionar al Tribunal Supremo Electoral para que revierta su inhabilitación, pese a que no cuenta con un instrumento político con personería jurídica. Su insistencia es vista como una amenaza por sectores sociales y figuras opositoras.
En respuesta, el candidato presidencial Manfred Reyes Villa convocó a una “reunión urgente” con otros aspirantes para enfrentar lo que calificó como “acciones delincuenciales” de Morales. Denunció que el líder cocalero intenta forzar su habilitación o incluso suspender las elecciones mediante un supuesto plan que implicaría la renuncia de Arce y la sucesión de Andrónico Rodríguez. Sin embargo, analistas advierten que Reyes Villa no cuenta con apoyo suficiente para encabezar un bloque opositor amplio, en un escenario donde también figuran Samuel Doria Medina y Jorge Quiroga.
Mientras tanto, el impacto de la crisis golpea a la población. Transportistas y comerciantes enfrentan pérdidas millonarias. Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) reporta 20 millones de litros de combustible retenidos. El dólar escasea, los precios se disparan y el malestar social se traduce en pancartas con mensajes como “Ni Lucho ni Evo”.
Un exdirigente fabril que en su momento respaldó a Morales declaró, bajo anonimato, su decepción con el líder cocalero por “castigar” a Cochabamba, su otrora bastión.
El escenario preelectoral boliviano se caracteriza así por una creciente polarización, donde los bloqueos y la crisis económica se convierten en herramientas políticas. La población, desilusionada, exige soluciones estructurales y rechaza tanto el inmovilismo del gobierno como la confrontación de Morales. Sin diálogo ni una salida económica clara, Bolivia avanza hacia unas elecciones marcadas por la incertidumbre, el conflicto y la posibilidad de una escalada de violencia.
Redacción central y agencias
