El reciente comunicado de los trabajadores de Opinión, declarando emergencia por el impago de ocho meses de salario, es solo un síntoma de un problema mayor. La sostenibilidad financiera de los medios en Bolivia es cada vez más frágil, lo que deja a muchos en la disyuntiva de ceder ante intereses políticos o enfrentar la asfixia económica.
Por otro lado, el avance tecnológico ha modificado el consumo de noticias. La audiencia ya no es un receptor pasivo, sino que interactúa, cuestiona y hasta crea contenido. Sin embargo, la respuesta de los medios ha sido desigual: muchos siguen aferrados a un modelo de comunicación unidireccional, mientras otros han optado por la inmediatez sin verificar la información.
En este contexto, el periodismo enfrenta un doble desafío: recuperar su independencia financiera y adaptarse a las nuevas dinámicas de comunicación sin perder su esencia. La credibilidad ya no se impone, se construye en diálogo con la audiencia. La pregunta es si en Bolivia algún medio logrará dar ese paso antes de que la crisis los termine de arrastrar.