La economía boliviana enfrenta un desafío estructural que trasciende gestiones gubernamentales y se centra en la brecha externa, es decir, la diferencia entre el valor de las importaciones y exportaciones. Este desequilibrio, que impacta la disponibilidad de divisas, ha sido un problema recurrente por décadas, pero su magnitud y efectos varían según las políticas aplicadas. Actualmente, Bolivia experimenta un contexto de menor liquidez en dólares, lo que ha generado presión sobre el tipo de cambio y ha afectado la capacidad de financiamiento externo e interno. Aunque el Gobierno defiende su estrategia de sustitución de importaciones y diversificación productiva, los resultados de estas políticas aún no logran revertir la dependencia de insumos y bienes importados.
Si bien el ministro Marcelo Montenegro destaca el crecimiento de los depósitos y créditos como señales de estabilidad financiera, estos indicadores deben analizarse en conjunto con otros factores macroeconómicos. El déficit fiscal sostenido y la reducción de reservas internacionales son señales de alerta que afectan la percepción de riesgo del país y su capacidad de atraer inversión. Además, la escasez de dólares limita el acceso a insumos y bienes intermedios esenciales para la producción, lo que puede generar distorsiones en los costos y afectar la competitividad del sector empresarial. La confianza en la economía no solo depende de la estabilidad del sistema financiero, sino también de la sostenibilidad de las políticas implementadas y la capacidad de generar crecimiento de manera equilibrada.
El modelo económico basado en la demanda interna, aplicado desde hace más de una década, enfrenta límites estructurales que exigen ajustes y nuevas estrategias. La diversificación productiva y la promoción de exportaciones con valor agregado son claves para reducir la dependencia del ingreso por hidrocarburos, que ha disminuido considerablemente en los últimos años.
Ahora queda el reto para el gobierno para que mediante su presupuesto 2025 pueda generar resultados que permitan reducir onpor lo menos aminorar los factores que contribuyen a la crisis económica.
Redacción central