La jornada estuvo marcada por largas filas en las oficinas del TSE, donde grupos afines a Evo Morales acudieron para presentar su renuncia voluntaria al MAS. Los exmilitantes, visiblemente afectados, se despidieron de los símbolos partidarios que defendieron durante años. «Nos duele en el alma dejar el instrumento político que construimos, pero no podemos ser cómplices de un gobierno manchado por la corrupción. No nos queda otra salida», expresó uno de los dirigentes presentes. Las consignas como “¡Lucho, traidor!” resonaron en las concentraciones, reflejando el descontento hacia la actual administración de Luis Arce.
Esta renuncia masiva ocurre en un contexto de fractura dentro del MAS, agudizada tras el fallo del Tribunal Constitucional Plurinacional que despojó a Morales de la jefatura del partido y reconoció a una directiva cercana a Arce. Además, Morales enfrenta inhabilitación como candidato presidencial y una orden de captura por presunto abuso sexual, lo que complicó aún más el escenario para sus seguidores. En respuesta, Morales y su círculo más cercano optaron por forjar una alianza con el Frente Para la Victoria (FPV), partido con el que buscan mantenerse en el escenario político y “refundar el instrumento político” en un congreso previsto para marzo en Lauca Ñ, Cochabamba.
Sin embargo, la decisión de unirse al FPV también generó divisiones. Algunos miembros y excandidatos del FPV rechazaron la alianza, mientras que desde el MAS anunciaron procesos por transfugio y traición a Morales y a sus seguidores. A pesar de la polémica, los exmilitantes aseguran que seguirán adelante. «Participaremos en las elecciones con el FPV porque creemos en la necesidad de un verdadero cambio. El MAS ya no nos representa; ha perdido su esencia», afirmaron. Así, el bloque evista se prepara para una nueva contienda electoral, marcando un escenario de fragmentación e incertidumbre para el partido que gobernó Bolivia durante más de una década.